Pepe anda herido, pero finge y disimula

  • Tras la aplastante derrota de su cuñada María de Jesús Martínez Díaz, quien prefiere que le digan “Moni”, el munícipe se puso -como nunca antes- a recorrer comunidades y colonias para anunciar y anunciar obras, como si así aligerara la apabullante, aplastante, avallasante y tremenda madriza que su partido recibió en las urnas.

* OPINIÓN *

Martínez de la Torre, Ver.- Así como cuando el niño se cae y se da un tremendo “chingadazo”, pero se para y dice que no le dolió, así -igualito- trata de fingir el alcalde José de la Torre Sánchez, pero quienes lo conocen saben que anda herido y que ha caído como político y como representante y casi dueño local de un partido como Acción Nacional.

Pepe perdió y muy feo; es el peor resultado obtenido de todas las operaciones políticas en las que ha participado. Tal parece que no aprendió o, tal vez pensó que la tercera era la vencida, pues ya tenía las malas experiencias de su hermano Cenobio y de su mujer Rosa María, aun así, decidió echar al ruedo a su cuñada “Chucha”.

Él, ha sido tres veces alcalde y las veces en las que ha querido heredar la presidencia ha perdido, pero esta vez sí fue de una manera humillante. Pese a usar maquinaria del ayuntamiento para hacer campaña, pagar operadores con dinero del pueblo, desviar combustible de municipio para perifoneo y operación política, con todo y eso, le metieron 3-1, algo que ni se esperaba.

Aquí queda claro que Pepe y todo lo que hieda a su apellido ya no es aceptado por las mayorías, la gente ya despertó y hoy se han dado cuenta que la presidencia para la familia De la Torre es una extensión de sus empresas, es decir que la ven como si fuera un centro comercial más (Súper 2000) o una abarrotera, así lo han hecho desde que se metieron al “negocio” de la política.

Pepe hace como que no pasa nada, pero anda herido y con rabia, sabe que un regreso a la administración pública ya le será complicado. Sin embargo, muchos dicen que, es posible que ya no lo intente de nuevo, pues con toda la fortuna que ha amasado -en poco más de 10 años de político- le encalzaría para vivir lo que resta de vida, y tendría hasta para dejar tremendas herencias a su descendencia.

Pepe trae la daga clavada, hay quienes aseguran que el pasado domingo, por ahí de las seis de la tarde, estaba en su oficina y ni siquiera hablaba, estaba mudo, sentía la derrota, pero se aguantaba. Sus operadores ni siquiera se atrevían a preguntarle algo, el señor, como le dicen algunos, estaba como agua para chocolate, ni el aire acondicionado le quitaba lo caliente.

Le quedan poco menos de siete meses para dejar la silla, siete meses para tapar todo lo malo que haya hecho, siete meses para acomodar y ordenar las cuentas, siete meses para justificar lo que haya desviado y siete meses para sanar esa profunda herida que los martinenses le provocaron al emitir su voto y no favorecerlo.

¡Suerte para la próxima, si es que la hubiera!